ENCICLOPEDIA UNIVERSAL
Si yo fuera presidente de gobierno me rodearía de expertos
historiadores. Expertos conocedores de la evolución de la humanidad, grandes
investigadores y estudiosos de los magnos
imperios que la historia nos dió. Y les pondría a investigar las razones de su declive. Desde el punto de vista social, económico, político o desde el
punto de vista que hiciera falta. Cuales fueron las razones por las cuales cayó el
imperio romano, el Antiguo Egipto, Mesopotamia, Bizancio, los incas y los
aztecas, los mayas y así un largo etcétera. Incluido el imperio español, que ya
se decía que en tiempos de Carlos I de España y V de Alemania “en sus dominios no se ponía el
sol”.
Y no es que sea tan ignorante como para pensar que España
sea un gran imperio a día de hoy, que risa me da pensarlo; porque no es que en
nuestros dominios no se ponga el sol, es que ya casi ni sale. Es por algo tan
sencillo como que la historia y la vida son un proceso cíclico, que lo que hoy
está arriba mañana está abajo y donde un día se es alguien resulta que al día
siguiente no se es nadie. Y porque el ser humano, salvando distancias
religiosas y culturales, tiene unos comportamientos muy parecidos, vaya vestido
con taparrabos del neolítico, con armadura de caballero medieval, con ricas
sedas orientales o con traje de chaqueta, corbata y gemelos de marca carísima.
Todas las civilizaciones tuvieron su jerarquías, gobernantes (civiles o
iglesia, según), clase media , clase obrera y/o esclavos. Y esta estructura, nombrada
de una manera tan básica, tan sencilla y tan incompleta es lo que pediría a mis expertos historiadores que
desarrollasen y se pusieran a estudiar día y noche, porque nosotros no somos
más listos que nadie y más tarde o más temprano vamos a pasar por lo mismo, si
es que no estamos ya en ello. Y ya lo dice el refrán “ cuando las barbas de tus
vecino veas pelar… pon las tuyas a remojar”. Así que a mis “ratones de
biblioteca” los tendría todo el día estudiando, analizando diferentes épocas de
la historia universal y reuniendose con
grandes historiadores de otros países para intercambiar conocimientos.
Septiembre es el mes de los encuentros, de quedar con unos y
con otros, de retomar a amigos y
familiares para contarnos el verano con una cañita en la mano. Toda la gente
con la que me he encontrado, con los más variados trabajos y de los más
diversos sectores, está descontenta. Ante todos estos discursos me ”blindo”
para que los comentarios de desánimo me afecten en su justa medida, para que no
me desanime porque tengo claro que un pueblo desanimado no va a ningún sitio, o
mejor dicho y para ser sincera, yo
desanimada no voy a ningún sitio. Incluso me prometo a mí misma que mi próximo
post (este que estoy escribiendo en estos momentos) va a ser un mensaje
positivo y si no lleno de esperanza al menos
con un tono alegre y vital. Pero claro, cuando en la tele veo noticias como la
de hoy, con un montón de personas (cuatro gatos para el Gobierno, éxito rotundo
de asistencia para los organizadores) acercandose al Congreso, con heridos, uno
grave con lesión medular, cuando veo que el pueblo se queja, que no para de
manifestarse día a día , no me importa si hablamos de unos pocos bienintencionados y unos muchos aprovechandose
de la coyuntura, no me importan las tertulias de hombres engominados y encorbatados
que utilizan palabras tan rimbombantes como ciudadanía, democracia, colectivos,
perímetros de seguridad etc etc etc . A mí, como a Miguel de Unamuno, como al
tendero de la esquina, como al persianero, como al carnicero, como al profesor
de Universidad, como al médico de urgencias, como al conductor de ambulancia,
como al trabajador autónomo y como a tantos y tantos españoles , a mí “me duele
España”.