miércoles, 26 de septiembre de 2012

ENCICLOPEDIA UNIVERSAL



ENCICLOPEDIA UNIVERSAL






 Si yo fuera presidente de gobierno me rodearía de expertos historiadores. Expertos conocedores de la evolución de la humanidad, grandes investigadores y estudiosos de los magnos  imperios que la historia nos dió. Y les pondría a investigar las razones de su declive. Desde el punto de vista social, económico, político o desde el punto de vista que hiciera falta. Cuales fueron las razones por las cuales cayó el imperio romano, el Antiguo Egipto, Mesopotamia, Bizancio, los incas y los aztecas, los mayas y así un largo etcétera. Incluido el imperio español, que ya se decía que en tiempos de Carlos I de España y V  de Alemania “en sus dominios no se ponía el sol”.

Y no es que sea tan ignorante como para pensar que España sea un gran imperio a día de hoy, que risa me da pensarlo; porque no es que en nuestros dominios no se ponga el sol, es que ya casi ni sale. Es por algo tan sencillo como que la historia y la vida son un proceso cíclico, que lo que hoy está arriba mañana está abajo y donde un día se es alguien resulta que al día siguiente no se es nadie. Y porque el ser humano, salvando distancias religiosas y culturales, tiene unos comportamientos muy parecidos, vaya vestido con taparrabos del neolítico, con armadura de caballero medieval, con ricas sedas orientales o con traje de chaqueta, corbata y gemelos de marca carísima. Todas las civilizaciones tuvieron su jerarquías, gobernantes (civiles o iglesia, según), clase media , clase obrera y/o esclavos. Y esta estructura, nombrada de una manera tan básica, tan sencilla y tan incompleta es lo que pediría  a mis expertos historiadores que desarrollasen y se pusieran a estudiar día y noche, porque nosotros no somos más listos que nadie y más tarde o más temprano vamos a pasar por lo mismo, si es que no estamos ya en ello. Y ya lo dice el refrán “ cuando las barbas de tus vecino veas pelar… pon las tuyas a remojar”. Así que a mis “ratones de biblioteca” los tendría todo el día estudiando, analizando diferentes épocas de la historia universal  y reuniendose con grandes historiadores de otros países para intercambiar conocimientos.

Septiembre es el mes de los encuentros, de quedar con unos y  con otros, de retomar a amigos y familiares para contarnos el verano con una cañita en la mano. Toda la gente con la que me he encontrado, con los más variados trabajos y de los más diversos sectores, está descontenta. Ante todos estos discursos me ”blindo” para que los comentarios de desánimo me afecten en su justa medida, para que no me desanime porque tengo claro que un pueblo desanimado no va a ningún sitio, o mejor dicho y para ser sincera,  yo desanimada no voy a ningún sitio. Incluso me prometo a mí misma que mi próximo post (este que estoy escribiendo en estos momentos) va a ser un mensaje positivo y si no lleno de esperanza al menos con un tono alegre y vital. Pero claro, cuando en la tele veo noticias como la de hoy, con un montón de personas (cuatro gatos para el Gobierno, éxito rotundo de asistencia para los organizadores) acercandose al Congreso, con heridos, uno grave con lesión medular, cuando veo que el pueblo se queja, que no para de manifestarse día a día , no me importa si hablamos de unos  pocos bienintencionados y unos muchos aprovechandose de la coyuntura, no me importan las tertulias de hombres engominados y encorbatados que utilizan palabras tan rimbombantes como ciudadanía, democracia, colectivos, perímetros de seguridad etc etc etc . A mí, como a Miguel de Unamuno, como al tendero de la esquina, como al persianero, como al carnicero, como al profesor de Universidad, como al médico de urgencias, como al conductor de ambulancia, como al trabajador autónomo y como a tantos y tantos españoles , a mí “me duele España”.






martes, 18 de septiembre de 2012

VENCEDORES Y VENCIDOS



            VENCEDORES Y VENCIDOS 






            Justamente ayer terminé de leer una novela policial del escritor sueco Henning Mankell. Es una novela muy bien escrita , con el drama nazi y la Segunda Guerra Mundial como transfondo. En ella un judío afincado en Buenos Aires venga la muerte de su padre, muerte ocurrida en Berlin hace más de 45 años a manos de un oficial alemán. Seguidor, claro está, de Hitler.

            A este señor, con un taller de muebles en Buenos Aires, le persigue toda la vida la idea de como vengar la muerte de su padre, que era  profesor de baile en su Berlin natal y fue asesinado en el salón de su casa por uno de sus alumnos, oficial de las SS, una tarde cualquiera, mientras le enseña como bailar tango, uno, dos, tres… y al cuarto paso, disparo de dos tiros a bocajarro. Su asesino era un alumno avanzado, ya había asistido a muchas clases y ya gozaba de la confianza, si es que en aquella época la confianza  entre vecinos existió, de la familia. Lo curioso del libro es que su asesinato desencadena una segunda muerte, una segunda ejecución , cosa que al hijo del profesor de baile le produce un desasosiego y una angustia tal que no le deja vivir, porque él es una persona pacífica, un ser humano castigado por el horror de la guerra que  sólo quiere hacer justicia, no quiere más muertes.

            No es la primera vez que leo alguna novela sobre cazadores de nazis y aunque siempre indica el autor que cualquier parecido con la realidad es pura ficción, todos sus personajes presentan una serie de caracteristicas comunes. Son señores mayores, de clase media en el país que los acogió y que no dejan de recordar ni un solo día los horrores que vivieron, bien porque estuvieron en un campo de concentración o bien porque presenciaron  el asesinato de sus padres. Y todos tiene cerca a alguien, su hija, su mujer o algún íntimo amigo que les dice que aquello ya pasó, que vivan felices y en paz…pero ellos no pueden y almacenan odio durante años y años. Ese odio tan natural pero tan políticamente incorrecto en las tertulias televisivas de hoy en día.

            En la novela de Mankell , una vez concluido el asesinato y el plan de venganza , su autor quiere entregarse a la policía a sabiendas de que va a ser juzgado y de que puede pasar los últimos días de su vida, que ya no son muchos, en una prisión sueca. Pero él sólo quiere explicarse, que se sepa porque lo hizo y así descansar tranquilo.

            Mi familia es de un pequeño pueblo ganadero.Antes y durante la guerra civil mi familia fue diezmada. Si diezmada viene de diez, mi familia fue más que doblemente diezmada. En los pueblos pequeños ya se sabía, vecinos e íntimos amigos que, por causas de los “ de arriba”, dejan de serlo.Oficialmente, porque a escondidas se ayudaban, o se traicionaban, vete tú a saber.Durante mucho tiempo de mi infancia oí a mis abuelas  y a mis tías relatar como se escondían durante la guerra, como tuvieron que salir corriendo del pueblo con cuatro cosas, como pasaron hambre etc etc etc. Y tambien como muchos de los hombres de la familia, en menor número mujeres,se quedaron en el camino.Y como yo, mucha gente de mi edad, cuyos padres y abuelos vivieron en primera persona la guerra civil y cuyos hijos y nietos escuchamos tantas y tantas historias horribles sobre ella.

                        Haciendo zapping todas los cadenas televisivas dan las noticia del día, hoy murió Santiago Carrillo. No me cabe duda de que esta muerte va a remover heridas, quiero pensar que ya casi cerradas por cuestión de tiempo y de cambio de generación , entre sus más fervientes seguidores y entre sus más fervientes detractores. No es mi intención hablar de política en este post, de quienes fueron unos y de quienes fueron otros. Solo me gustaría expresar que en una guerra y desde el punto de vista humano, no hay vencedores ni vencidos. Porque cualquier familia que pierda a un solo miembro, independientemente del color que profese, de si es musulmán o cristiano, hutu o tutsi, serbio o croata, o  de si es partidario o detractor de Gadafi, ya puede darse, por muchos años, por vencida.

            Ojalá no vuelva a pasar nunca, ni aquí ni en ningún sitio.