viernes, 9 de mayo de 2014

UNA BUENA NOVELA

 

UNA BUENA NOVELA 








Hace ya algunos años y después de “atreverme”  a decir de un torero lo malo que era alguien me dijo que, independientemente de lo bien o lo mal que lo hubiera hecho esa tarde, toda persona por el mero hecho de tener las narices de ponerse delante de un morlaco de 500 kgs ya merece un respeto. Ponerse delante de un toro no es fácil, estemos o no estemos a favor o no del toreo, que eso es otra cuestión. 

Oyendo en una charla literaria a Alicia Gimenez Bartlett, autora del personaje de Petra Delicado, nos dice al público asistente que escribir no es nada fácil. Nos lo dice ella, una autora consagrada con muchas novelas y muchas horas de escritura a sus espaldas. Nos aconseja leer y leer, porque todo libro, por malo que sea, tiene algún punto o alguna resolución de un tema de donde podemos aprender. 

Y es cierto, escribir no es un “oficio” fácil, pero tampoco es un oficio fácil crecer, tampoco es un oficio fácil ser una persona adulta, tampoco es un oficio fácil estar en una generación intermedia con padres ya mayores que necesitan tu ayuda y con hijos adolescentes que la necesitan aunque no te la reclamen. Y todo eso sin libro de instrucciones. 

Tampoco es un oficio fácil sentarse todos los días delante de la pantalla del ordenador  y dedicarte a contestar ofertas de trabajo sabiendo en más de una ocasión que son falsas. Tampoco es un oficio fácil ir de entrevista de trabajo en entrevista de trabajo, si es que tienes esa suerte, y fingir que te motivan unos trabajos en unas condiciones salariales precarias mientras que el entrevistador, engominado hasta las cejas, te dice que bueno… que ya sabes cuál es la situación económica del país y que bueno … si lo quieres lo tomas y si no lo dejas porque en cuanto tú salgas de esa sala de reuniones van a entrevistar a otra persona. Más joven que tú, incluso añaden alguna vez. 

Tampoco es un oficio fácil ir de médico en médico con tus padres y comprobar con tristeza que mezclan unas cosas con otras y que ya no puedes dejarlos solos para esto. Y  que al traumatólogo le hablan del corazón y que al médico del corazón le hablan de una alergia en la piel porque llevan ya tal lío que ni se aclaran.

Tampoco es un oficio fácil estar en la puerta de un quirófano esperando a que salgan a darte el parte de lo que ha pasado ahí dentro y llegue la hija de una señora a la que están operando, se ponga a llorar con un ataque de nervios y tú, que ya casi no puedes más, tengas que sonreírle y hacer de tripas corazón para no estallar allí mismo.

No es un oficio fácil lidiar con la vida, cada uno con la suya, que tenemos miles de ejemplos y me consta que  hay ejemplos más fuertes que los que acabo de escribir. Todos lidiamos día a día con problemas familiares, con problemas económicos, con problemas de relaciones humanas y con un sinfín de historias de diversos calibres. 

Pero igual que a Alicia Gimenez Bartlett le parece difícil escribir y escribe buenas novelas, también a mí me parece que  vivir a veces es complicado pero quiero una buena vida, donde tras mis más y mis menos el resultado global sea una buena novela. Y lucho cada día, me esfuerzo y me hago mis “andamiajes mentales” para que así sea.

Así que sólo puedo decir a las personas negativas, tóxicas y quejicas que pueda tener cerca de mí
" QUERIDOS MIOS … IROS A FREIR ESPARRAGOS”





lunes, 20 de enero de 2014

CANONES DE BELLEZA


CANONES DE BELLEZA



 
 
Mi amiga Cristina está bastante preocupada por su hija. Tiene 15 años y empieza a hacer tonterías con la comida. Que si esto tiene muchas calorías, que si mamá me veo gorda, que si sólo voy a cenar una ensaladita. La niña es una niña guapísima, está muy bien y lo importante es que se le ve una niña alegre y llena de vitalidad. Pero estamos en época de exámenes y tambien hace deporte, así que el otro día se desmayó, se la llevaron a urgencias, diez horas esperando, gasometría, electro, análisis de sangre … Al final todo quedó en un susto y parece que el susto la ha hecho escarmentar. De sus mejores amigas, una tiene anorexia y la otra tiene bulimia.

Mientras la escucho pienso que son cosas de la edad, pero no. No son cosas de la edad, son cosas de este mundo en el que vivimos y que nos da tanto. Todo o casi todo. De esta sociedad que no acepta a quien no está bajo los patrones de estética que ella misma nos marca con revistas, con reportajes y con redes sociales. Suelo leer revistas de “corte femenino”, esas que llenan sus páginas de modelos flaquísimas y tambien guapísimas a las que entrevistan y que dicen frases tan vacías como “ mi mejor arma de belleza es estar en paz conmigo misma” o “ para sentirme bella sólo sonrío” mientras tú, lectora, sabes que se alimentan del aire y se machacan en el gimnasio o con su entrenador personal.

Ayer, mientras leía un artículo rollo “ aparenta diez años menos” pensé ¿ Y por qué? ¿ Por qué tengo que aparentar diez años menos? Dios, el mundo moderno penaliza el cumplir años cuando, si no los cumpliéramos sería mucho peor ¿ no os parece? Claro que hay que cuidarse, claro que cuando uno hace deporte, cuida su alimentación y cuida de su aspecto exterior se encuentra mejor consigo mismo, se siente más cómodo. Y esto pasa por cremas, algún que otro retoque si te apetece, apuntarse a un gimnasio y otras muchas cosas. Pero no pasa por la obsesión que lleva a un desmayo, a urgencias y a otros trastornos mucho más serios y que causan desarreglos alimenticios y emocionales que tantos y tantos quebraderos de cabeza dan y tantas y tantos hospitales y clínicas llenan. Enfermedades del mundo moderno. Y a cualquier edad. Este mal ataca a los 15, a los 20, a los 40, a los 50 ó a los 70.

Y es que uno también se encuentra mucho mejor cuando cultiva su cerebro, cuando lee, cuando estudia idiomas, cuando se relaciona con los demás, cuando tiene inquietudes intelectuales, cuando tiene una buena conversación en una sobremesa.  

¿ Y por qué se escribe tan poco sobre eso? ¿ Por qué tan pocas líneas dedicadas al cultivo de la mente y del espíritu?

Mientras veo INVISIBLES ( película documental ganador un premio Goya y donde se rinde homenaje a la labor de MEDICOS SIN FRONTERAS) me quedo clavada en el asiento. Sin ninguna imagen morbosa, tan de moda y tan comercial en nuestros días, pero narrando y mostrando realidades muy crueles y olvidadas, de ahí el nombre, llegamos a la historia de los miles de desplazados en Colombia. Una mujer cuenta a la cámara su historia, se sube en un camión abarrotado de gente y de bártulos que se adentra en la selva para trasladar a sus ocupantes a un nuevo emplazamiento donde empezarán de nuevo su vida. Ella ríe y la cámara muestra al espectador un primer plano riendo a carcajada limpia. Y aunque dentro de este contexto va a parecer muy superficial, la encuentro atractiva y muy guapa. Es una mujer fuerte, a la que la vida la ha llevado ahí y que toma el toro por los cuernos, orgullosa y luchadora, que mira a la cámara fijamente porque no tiene nada que esconder. Al igual que me pareció atractiva la mujer boliviana que dejó a su familia allí y trabaja de sol a sol aquí, o aquellas mujeres del Congo que han sufrido atrocidades brutales pero que se ayudan una a otras y que siguen mirando a la cámara fijamente porque quieren hacer llegar al mundo su historia y lo consiguen a través de este documental. Mujeres que no saben de ácido hialurónico, de cremas antiaging ni de aqua fitness, pero igual o más atractivas que aquellas que si que saben de esto. Porque el atractivo, aunque nos quieran hacer creer lo contrario todas estas revistas que leemos y todos estos patrones a los que en mayor o menor medida estamos sujetos, no es sólo aparentar diez años menos o tener menos patas de gallo. Es una actitud ante la vida, un no dejarse vencer aunque a veces resulta tan difícil conseguirlo.

Y mientras veo INVISIBLES, mientras las imágenes hacen que me quede clavada en la butaca recuerdo que esa mañana le he estado contando un rollo macabeo a la dependienta de una perfumería sobre mi piel para que me vendiera varias cremas faciales acordes a " mi problema". Y en esos momentos me siento, aparte de bendecida por la vida, ligeramente cretina.

lunes, 7 de octubre de 2013

EL MUSICO DEL PUENTE


EL MUSICO DEL PUENTE




El ayuntamiento de Madrid va a examinar a los músicos callejeros.¡Que cosas más curiosas! Pero  no le llaman examen, le llaman prueba de ideonidad, palabrita que me cuesta un tanto escribir pero que tanto se lleva ahora y que igual se aplica a padres que desean adoptar a un niño que a músicos ambulantes. 

Al centro de la ciudad suelo llegar por el mismo puente. Siempre, casi siempre y normalmente al atardecer, cuando ya deja de hacer calor, hay un señor con su micrófono que nos canta canciones antiguas. Le llamo señor y no tipo ni hombre porque a mí me lo parece. Tendrá unos 70 años, es alto, delgado y con unas gafas de película de los años 70 que no las lleva porque sean vintage, este concepto ahora tan moderno, sino porque, probablemente no puede comprarse  otras. En su día debió de ser un hombre elegante y muchas veces mientras él canta canciones de Frank Sinatra, que debió de ser de su generación, yo me imagino su vida. Y como la mente es libre y yo he visto mucha película argentina del corralito me lo imagino así, saliendo de su país porque la situación económica le “invitó” a salir, reuniéndose aquí con otros señores argentinos y contándoles las anécdotas de su día a día interpretando “My Way” en un puente de la ciudad al que la vida le ha traído. A él y a sus amigos.

Y aunque desentona bastante, por decirlo de una manera diplomática, siempre que paso por su lado logra emocionarme. Hace poco, mientras volvía a casa pensando en mis cosas, “Let me try again” cantada de una manera desafinada me llegó a los oídos cuando estaba cruzando el semáforo. Porque, como tampoco acaba de controlar los sonidos, no sé si son los graves, los agudos o sencillamente ninguno, aunque se pone a mitad de puente se le oye desde el  principio. No sé que o a quien me recordó, o mejo dicho, sé perfectamente a quien me recordó pero ahora no viene a cuento, pero me puse a llorar. No un lloro triste, un lloro de emoción y de recuerdos de vivencias de otra época bonita. Así que cuando tiré una moneda en su mantita y él me dio las gracias con una inclinación de cabeza, una sonrisa y sin dejar de cantar yo llevaba mis gafas de conducir puestas para que no se diera cuenta de que los ojos me brillaban . Así que le correspondí con una media sonrisa nostálgica y mirando fijamente sus gafas pasadas de moda.

Tengo clarísimo que este señor no fue músico en su antigua vida y tengo clarísimo que si hoy o mañana el ayuntamiento le hace un examen o una prueba de idoneidad o como narices quieran llamarla, este señor no la pasa. Pero también tengo clarísimo que si examinamos a aquellos que hacen leyes desde los despachos, si les hacemos una prueba de idoneidad sobre sensibilidad humana no llegan al cero pelado. Porque a mí, hasta el momento, ni este señor, ni el tipo con camisa de cuadros y melena que toca el saxo en el metro, ni el muchacho que tocaba  con el violín  “ La vie en rose” mientras yo descansaba en los escalones blancos de la puerta de una iglesia romana, me han molestado nunca. Más bien han conseguido crear esos pequeños momentos agradables de los que está hecha la vida, que te emocionan y que te hacen seguir adelante. Así, de esta manera tan sencilla. Sin tranquimacines, sin psicólogos y sin pedir hora.
Y simplemente por eso, que no es poco más bien es mucho, se merecen todo mi respeto.



domingo, 22 de septiembre de 2013

ADOLESCENTES MONOSILABICOS


 ADOLESCENTES MONOSILABICOS





 
Mi buena amiga Manuela me dice que para su hijo mayor soy toda una institución. Y a mí se me cae la baba. Tiene cinco años y no vivimos en la misma ciudad pero cuando lo visito, a él y a su familia, pasamos muchas horas juntos, jugando y hablando. Este verano hemos estado buscando tesoros en la playa, buceando,  sorteando olas que él encuentra gigantescas pero que no levantan ni dos palmos y hablando de delfines, tiburones, caballitos de mar y medusas. Mientras lo llevo de la mano, una de sus manos agarrada a la mía, la otra con una espada de pirata que le acabo de regalar, vamos conversando y él habla y habla sin parar.  Así que cuando su mamá me cuenta que ayer tuvo que cerrar el grifo porque el niño le riñó, “la tía Anouk dice que no se tiene que gastar tanta agua”, aparte de sentirme la mujer más feliz del mundo sonrío con nostalgia, una nostalgia prematura porque sé que esta devoción se acabará algún día y este niño tambien será un adolescente monosilábico, como la gran mayoría.

La infancia, los niños. Me pregunto muchas veces cuando se convierten en adolescentes, donde quedaron aquellas almas felices e inocentes. Cual fue el punto de inflexión entre conversaciones sobre animales y granjas y conversaciones monosilábicas y en las cuales, si se te ocurre gastarles un broma, te miran como si tu coeficiente intelectual fuera menos cero.Y tú tienes que esquivar esa mirada y no demostrar bajo ningún concepto que se te está acabando la paciencia y que a punto estás  de darles un berrido. Como se pasa de que te imiten en todo a que no les venga demasiado bien que te pares mucho rato a hablar con ellos si te los encuentras por la calle y están con sus amigos.

Hoy me decía una amiga que a su hijo de 13 años  le han obligado, a la semana de empezar el colegio, a que cada día cuente a sus padres una historia de algo que le haya pasado allí “me da igual que se la invente” me dice “ pero que nos cuente algo, lo que sea, apenas habla con nosotros”. Y es que preguntes por donde preguntes, escuches las conversaciones que escuches y mires un poquito a tu alrededor, la tónica es la misma.  

Así que, querida Manuela, voy a seguir alimentando el ser una institución para tu hijo, le voy a seguir llenando la cabeza de cofres con monedas de oro, de piratas, de entrenadores de orcas y de  dientes de tiburón. Y así tu hijo volverá a dibujarme como una buceadora entre animales marinos y yo colgaré su dibujo en la nevera. Todo esto con vistas a que, dentro de unos años, tu hijo y yo estemos sentados en una misma mesa, le pregunte algo y él, sin levantar la vista del correspondiente aparatito tecnológico de moda que tendrá entre las manos, me conteste con un seco SI que me hará entender que debo callarme, dar por zanjada la conversación y hacer algo tan simple como esperar a que pasen los años.


viernes, 6 de septiembre de 2013

DO YOU SEPTEMBER?



 DO YOU SEPTEMBER?





Septiembre es el mes de las ilusiones. En mi cabeza y en mi personal calendario todo vuelve a empezar en este mes.
Vuelta  a la rutina, que no negaré que me encanta. Mis horarios, mis actividades, mis amigos que han vuelto de vacaciones y de viajes por aquí y por allá, mi gente, mi familia, cada uno por un sitio durante el verano y reunidos de nuevo en septiembre. Gente en el tranvía que me lleva al trabajo, tranvía en el que más de un día de agosto fuí completamente sola; gente y coches por la calle, bullicio de vuelta al cole en la ciudad. Todavía buen tiempo que ya no sofocante calor de estío, todavía horario de verano y aunque el día ya no alarga tanto, todavía horas de sol para poder disfrutarlas.

Dentro de mi personal calendario, cada septiembre es como si me dieran un folio en blanco, metafóricamente hablando. Un folio por llenar de las imprevisibles cosas que la vida te trae y también de cosas conocidas, planteadas y controladas pero no por eso menos emocionantes, algunas también un rollazo, no lo vamos a negar. A otras personas  este folio en blanco les llega en navidad, con fin de año y es entonces cuando llegan los buenos propósitos, esos que, sea septiembre, febrero, junio o diciembre se suelen ir muriendo por el camino. Y a otras, probablemente una gran parte, no les llegará nunca y considerarán  que esta historia del folio en blanco y de un año de proyectos e ilusiones es una  absoluta chorrada  y  que tal como están las cosas bastante tienen con que en su casa se coma y con levantarse con trabajo, así que cuando se acuestan lo último que piensan es en si escriben en un folio en blanco o en un folio en amarillo porque lo que quieren es dormir para, a la mañana siguiente, encontrarse descansados y seguir trabajando por cuatro duros, que es por lo que se trabaja ahora. Eso el que trabaja.

Pero a mí, con mis problemas, mayores o menores que los de otros pero al fin y al cabo problemas, desde que tengo uso de razón la llegada de septiembre, el noveno mes del calendario gregoriano, me sigue produciendo gusanillo, ilusión, nervios…como una niña en su primer día de colegio. Y me llama la atención que muchos niños con los que he hablado estos días, bastantes y de muchas edades, no tengan ningunas ganas de volver allí. Con las ganas que tenía yo siempre de ver  a mis amigas, de ver si había “algun nuevo”, de que mi madre me forrara los libros, de comprarme cosas en la papelería, de ver de nuevo a los chicos del colegio de al lado. Será eso, será que soy persona de rutina.

Y será también que me niego a pensar que a las personas, tengamos la edad que tengamos y nos encontremos en la situación económica en la que nos encontremos, en el mundo civilizado donde vivimos y por mucho que los de arriba nos den por todas partes y de todos los colores, se nos acabe la capacidad de ilusión, de soñar despiertos y de disfrutar la vida.

Buena rentrée a todos.







lunes, 22 de julio de 2013

CUANDO A UNO NO LE TOCA



CUANDO A UNO NO LE TOCA ...





 
Al terminar la jornada laboral, sentada en el autobús y con la cabeza todavía en los papeles que me he dejado sobre la mesa, me salta una noticia en el móvil. ¡¡¡ Las dos cooperantes de Medicos sin Fronteras secuestradas en Kenia hace ya ni se sabe cuanto tiempo han sido liberadas!!! La alegría es inmensa, a ellas no las conozco pero sí que conozco esta ONG y sé que ha trabajado muy duro, doy fé de que con una discreción absoluta y extrema, para conseguirlo. Y bueno, aunque no siempre es así, esta vez ha habido final feliz, como en los cuentos.

Compro la prensa y veo la tele al día siguiente, misma discreción que ha caracterizado todo el proceso, pocas imágenes, pocas declaraciones y petición de respeto a la situación personal de estas dos trabajadoras que entendemos que están felices pero deshechas física y psicológicamente. Profesionales hasta el final.

El  G8, ese grupo de países industrializados que tanta influencia tienen en el mundo occidental llamado desarrollado, ha adquirido en una de sus últimas cumbres el compromiso de no ceder al chantaje de ningún grupo terrorista africano, islamista, delincuentes somalíes o de Al Qaeda. Traducido al cristiano significa que no darán ni un céntimo a los secuestradores de cualquier citizen, citoyen, bürger, cittadino o  ciudadano que se convierta en su rehén. Porque en estas cumbres y en estas lides las personas somos esto, ciudadanos, citizens o citoyens…según el idioma que se esté utilizado en ese momento, es decir seres globales que formamos parte de una ciudad, parte de un país, parte de un continente, pero así … en plan global. Tambien piden que las empresas del mundo entero sigan ese principio y que no cedan cuando tomen como rehenes a alguno de sus ejecutivos.

Pero ahora viene la otra cara de la moneda, resulta que este ciudadano, citoyen, citizen o como se diga en ese momento de la cumbre, se llama Margarita, Jean Pierre, Linda o Giuseppe . Y resulta que estos citizens partieron a Africa para contribuir a la mejora y desarrollo de ese continente porque así lo sienten y lo consideran compromiso de vida o  para trabajar en una multinacional, conocer otra cultura y durante varios años ganar unos sueldos de expatriado que aquí en España, mileuristas casi todos en este momento, ni soñamos. Y las dos cosas son muy lícitas. Y tambien resulta que Margarita, Jean Pierre, Linda o Giuseppe que no sé si están solteros, casados o divorciados tienen  toda una vida por delante, tienen todavía mucho que hacer, muchos cumpleaños que celebrar, muchas tardes de cine, muchas sonrisas que regalar a sus parejas, a sus amigos, a sus hermanos o a sus hijos, muchos disgustos que llevarse y muchas pequeñas cosas por las que vivir y por las que levantarse todos los días. En definitiva, personas. 

Y mientras, unos señores impecablemente vestidos con trajes sastre carísimos llegan a hotelazos de lujo, en coches con cristales ahumados, con un despliegue de seguridad impresionante y sirenas de policía por aquí y por allá y cuerpo de seguridad en los tejados.  Y mientras estos señores están decidiendo que no se debe ceder al chantaje de estos grupos terroristas, estos rehenes se someten a las duras condiciones del desierto, durmiendo a la intemperie, con poca comida y poca bebida y sabiendo que su vida puede terminar en cualquier segundo del día de los no sé cuantos días que llevan ya así, en estas condiciones infrahumanas. Por no hablar de sus familiares.
 
Y es que todo es muy complicado y así en abstracto, haciendo tertulia después de una comida o cena es muy fácil opinar y buscar justicia y  entender lo que pide el G-8, que claro que no, que no hay que ceder al chantaje porque si se cede nunca se acabará con esto. Pero claro…

Y ojalá se consiga que éste y cualquier otro tipo de terrorismo desaparezca, porque el precio que se paga es alto, altísimo. Nada tiene un precio tan alto como la vida misma, y el valor de la vida es tal que en estos paises a estos citizens se  les utiliza como moneda de cambio. Así que desde estas líneas sólo puedo desear  que sean ya muy pocas las veces que las ONG o las empresas multinacionales se tengan que ver en situaciones de este tipo y con decisiones tan duras que tomar. Porque serán ellas las que desgraciadamente decidan, el G-8 ya estará, cuando llegue este momento, en otra cumbre y decidiendo sobre otro tema.
 
Y por supuesto felicitar a MEDICOS SIN FRONTERAS por su magnífico y duro trabajo que ha conseguido que esta vez haya final feliz, como en los cuentos.






 

martes, 5 de marzo de 2013

100% PERFECCION

 100 %  PERFECCION 





100% imposible.

Queremos llegar a todo, queremos ser buenas esposas, buenas ex esposas, buenas hermanas, buenas madres, buenas amigas, buenas trabajadoras, buenas amantes, buenas hijas, buenas vecinas, buenas enfermas, buenas novias, buenas tías, buenas sobrinas, buenas cocineras, buenas gestoras de nuestra economía. 100 % perfección, vaya.

Las mujeres, o al menos las que configuran el mapa de mi vida, queremos hacerlo todo bien. Y claro, conseguir esto es imposible. Para conseguir una cosa hay que renunciar a otra, esta regla de tres, tan sencilla por otra parte, ha sido así siempre, de nada nuevo hablamos. Es hasta un principio físico, el abc del existir, de la vida misma. Para meter una cosa en una caja hay que sacar la otra.
Pero parece ser que nosotras no lo vemos así, o no lo queremos ver. O está en nuestro carácter femenino andar cuestionándonos si llegamos a todo y en caso contrario está en nuestro carácter femenino machacarnos porque no lo hicimos y contárnoslo unas a otras en un café femenino, en un paseo por el campo mientras está atardeciendo  o incluso por whatsApp,  que hay que ver lo que da de sí este inventito. Total para, al cabo de cinco minutos, andar partidas de risa por algo que no tiene que ver nada con lo que estábamos hablando o volver al pueblo corriendo porque se ha hecho oscuro y una tiene miedo de andar por el campo a esas horas y sin ninguna farola.

Lo más gracioso son dos cosas, las mujeres que configuran el mapa de mi vida ( y me incluyo) somos muy comprensivas con los límites de las demás. Como somos muy amigas decimos lo que consideramos que tenemos que decir mientras damos ese paseo campestre o mientras hablamos por teléfono, con el riesgo de molestar y de herir a la otra (cosa que también nos hace comernos la cabeza) pero aplicamos un baremo de flexibilidad mucho más amplio del que nos aplicamos a nosotras mismas. Curiosamente, y como la vida es de tal manera que si tuviéramos más memoria otro gallo nos cantaría, cuando se cambia la tortilla y el cuento se te aplica a ti ya no eres tan flexible, ya toca ser 100% perfecta.

También resulta gracioso que, después de esta introducción, de todas las mujeres que configuran el mapa de mi vida no haya ni una amargada. Todas, con nuestros más y nuestros menos hemos ido llegando donde queríamos, hemos sido fuertes y nos hemos apoyado unas a las otras durante todos estos años en temas de trabajo, separaciones, fallecimientos, enfermedades, nacimientos de hijos, nuevas parejas, nuevos proyectos y angustias vitales.¿qué ahora corren malos vientos? Nos seguimos riendo y nos seguimos entusiasmando con la vida. Porque ya vendrán tiempos mejores, de eso estoy segura.

He leído últimamente sobre Ghandi y también sobre Mandela. Siendo hombres excepcionales, aunque eso es tema de otro post, de los dos me llamó la atención lo mismo, los dos desatendieron a su familia, más de un problema tuvieron con sus mujeres, con sus hijos y con su gente más cercana. Insisto, para conseguir algo debes renunciar a otra cosa.
No quiero pensar si una de las mujeres que configuran el mapa de mi vida fuera alguien así, de esta envergadura. A todas horas whatsApp y mensajes “culpables” porque no habían ido al partido de baloncesto de su hija, porque no le habían llevado a natación, porque le habían contestado mal  a su madre, porque no la habían podido acompañar al médico,  porque su casa estaba patas arriba, o porque se les había olvidado comprar el “guisado para llevar” en la tienda de abajo. Y las demás haciendo un exhaustivo análisis psicológico de que no, que era sólo un olvido y que no tener guisado comprado en la charcutería de abajo para comer no implicaba una falta de atención hacia sus seres queridos ni hacia sí misma, además de insistir en que comer siempre precocinado no la iba a convertir en una foca y la otra diciendo que ya le daba igual engordar porque pasa de todo y el resto diciendo que no, que descanse que mañana será otro día,  y la otra diciendo que ve muy difícil volver a enamorarse y nosotras contestando que no, que esto es sólo una época y que su hermano no se va a enfadar si aparece en su fiesta de cumpleaños sin regalo, que su hermana enferma de gripe no se va a sentir frustrada por comer ese día una tortillita francesa etc etc etc. Y mensajitos para arriba, mensajitos para abajo. ¿tendrían Ghandi y Mandela whatsApp?

Mujeres que configuráis el mapa de mi vida, vamos a relajarnos todas un poquito. Aceptemos nuestros límites y no queramos ser perfectas. Nunca lo conseguiremos, sencillamente porque somos humanas.

Va por vosotras.