domingo, 25 de marzo de 2012

BENEFACTORES ANONIMOS



BENEFACTORES ANONIMOS 






 
Tuve suerte al empezar a trabajar, al principio de mi vida laboral. Y digo que tuve suerte porque eran tiempos de bonanza económica y porque afortunadamente en mi casa no necesitaban de mi ayuda y todo mi sueldo era íntegro para mí. Trabajé mucho, horas y más horas dedicadas a un trabajo que hoy todavía me gusta. Y tambien viví muy bien porque aparte de ahorrar en la cuenta ahorro-vivienda, que era lo que todos hacíamos en aquella época viajé mucho, compré ropa, comida y cenas fuera de casa, mucha vida social………


Una tarde, al volver a casa desde la oficina, parada en un semáforo un coche me dió un golpe por detrás por detrás. El golpe no fue fuerte, al coche poco le pasó pero yo tuve un esguince cervical con mala pata, mala pata que me tuvo casi dos meses en reposo y que, como a perro flaco todo son pulgas, que dice el refrán, se complicó con otros asuntos de salud que ahora no vienen a cuento, en definitiva…que estuve hecha un trapo.
Fisicamente a los dos meses y medio estaba haciendo vida normal, pero emocionalmente este “stop”me afectó mucho. Fue la primera vez en mi vida que experimenté, en mis propias carnes, lo impredecible que es la vida y como en un chasquido, en unos segundos, puede cambiarte. Hasta entonces todas estas cosas , y ya digo que no fue nada gravísimo, le pasaban a los otros, al primo de tu amiga, al vecino del quinto, a uno de tu clase …pero no a ti. Y constatar que todos tenemos cupones en este sorteo me afectó bastante.


La vida es impredecible, impredecible para bien, impredecible para mal. Como no nacemos sabiendo, muchas veces dejamos pasar ese segundo, ese momento, esa situación que nos hubiera cambiado la vida a mejor si lo hubieramos sabido identificar y a toro pasado nos damos cuenta de que dejamos pasar el tren de un buen trabajo, de una buena amistad, de un amor….por no haberlo reconocido, por no haber sido valientes y arriesgar, por ser unos comodones o vete tu a saber la razón. Pero del segundo que hace que nuestra vida gire a peor nadie se escapa, nadie deja pasar el tren, todo el mundo se sube.


Así y con estos ánimos tan bajitos llegó el verano.Cogí mi maleta y sola me fui a un lugar paradisíaco, en barco. Solita llegué a un hotel muy pequeño  cuya dueña era, quiero pensar que sigue siendo,  una señora de mediana edad, alemana, muy diligente, de las que llevan muy bien su negocio, muy firmes y no demasiado pródiga en sonrisas. Ella nunca lo ha sabido porque yo  nunca se lo dije, pero fue una de estas personas anónimas con las que te cruzas en la vida y que sin tú esperarlo ni ellas proponerselo alegran tu vida. Mientras duró mi estancia en su hotel poco hablamos, era temporada alta y estaba muy ocupada puesto que se encargaba de todo, sin ayuda. Yo salía y entraba del hotel, tomaba y dejaba la llave en recepción como Pedro por su casa, iba a la playa, volvía de la playa…. Pero ella tuvo el don de alegrar mi existencia cada vez que nos cruzabamos en algún momento del día. Como señal de agradecimiento, un agradecimiento anónimo, cada vez que vuelvo a esta isla, mucho menos de lo que me gustaría, vuelvo a este hotel.


El tiempo pasa, la vida pasa y con el tiempo se dan muchos más momentos y situaciones en las que te vuelves a cerciorar de que nada es para siempre y de que “tambien te toca a ti” .La digestión de esta realidad , por mucho que pasen los años, no es  fácil. Pero siempre hay personas que se cruzan en tu camino,"benefactores anónimos, de las cuales no sabes ni sabrás nunca su nombre pero con un gesto y casi siempre con una sonrisa te endulzan  un momento de especial dureza para ti. Salgo de una temporada hospitalaria, nada grave, hospitales, goteros, anestesias, médicos, celadores que arrastran tu cama hacia el ascensor para bajarte a quirófano, celadores que arrastran al cabo de un rato, que a ti se te hace eterno y a tus acompañantes todavía más , de nuevo tu cama hacia el ascensor para subirte a la habitación……Y en este corto trayecto siempre hay alguien que te sonríe, que te gasta una broma cuando tú tienes una cara de susto que no te la acabas o mientras te pone un gotero y tu estás ya hasta las mismísimas narices de estar allí sin que te dejen moverte.

Así que a toda esta gente que luego sigue su camino sin saber el bienestar que han producido, a todos estos benefectores anónimos …GRACIAS. Porque a la gente que me quiere, que no se ha separado de mí, que me ha visitado contandome cosas que me han entretenido, que me ha llamado por telefóno o que me ha regalado flores, una maceta o bombones…ya se lo he agradecido personalmente.