MUCHAS SOFIAS
Tras varios años de vida en pareja mi amiga Sofía decidió que ya era el momento de aumentar la familia, así que decidió quedarse embarazada, pero los meses pasaban y pasaban y no lo conseguía. Como ya había pasado “cierta edad”decidió ir al médico, después de varias visitas y sin pensárselo demasiado empezó un tratamiento de fertilidad.
Cuantas veces me llamó llorando, después de uno y otro intento porque no lo conseguía, “no te preocupes, es que estás muy nerviosa y nada relajada, verás como a la próxima lo consigues”.Y llegó un momento en que no hubo próxima vez porque estaba completamente agotada, sin fuerzas.
Este tratamiento afectó a su vida, a toda su vida. Cada resultado fallido la erosionó tanto que su autoestima ,logicamente, se vino abajo. Estaba obsesionada, desgastada moral y fisicamente , cada vez que se miraba al espejo se veía (porque lo estaba) gorda e hinchada y si ya su moral estaba a ras de suelo el verse así la deprimía todavía más. El tratamiento fue doloroso, inyección de hormonas, tubos, probetas, dolores, resultados dentro de un sobre cerrado con muchísima ansiedad al abrirlos ,ésto, lo otro y lo de más allá, de todo menos bonito. No hablemos de cómo se resintió su vida de pareja, del impacto emocional que sobre ella tuvo este tratamiento. Y no hablemos del dineral que se gastaron. Y mientras tanto ella seguía con su vida laboral, que eso sí…debía de ser intachable porque ya se sabe….lo que le pasa a uno fuera de su lugar de trabajo desaparece cuando entras por la puerta..y también se sabe que no están las cosas para jugarte el puesto de trabajo porque.. a ver de donde sacamos el dinero para poder mantener todos estos tratamientos, aparte de que tenemos que seguir viviendo.
Y aún así, en vez de tirar la toalla, ella y su marido decidieron adoptar un niño. Y entonces empezaron los desgastes de otro tipo, psicólogos para arriba , psicólogos para abajo, idoneidad, preguntas comprometedoras para la pareja y a veces muy difíciles de contestar, más y más ahorros, papeles y más papeles, países cuyos idiomas te suenan a chino (nunca mejor dicho), un viaje a un país extraño, con un grupo de gente con la misma ilusión que tú para visitar un orfanato en donde te dicen que sí, que “probablemente ése será tu hijo”, vuelta a tu país sin él, pasan unos meses, papeles para arriba, papeles para abajo, vuelves al orfanato, pagas un pastón y esta vez sí. .ya te traes a tu hijo a casa. Y resulta que cuando tu hijo llega a tu casa y a tu familia, con cuatro ó cinco añitos, este muchachito lleva tal mochila detrás que, entre otras cosas, rebusca en la basura de tu casa para comer y entonces sus primos, de su misma edad y a los que les has explicado que viene de otro país y que hay que hacerle mucho caso, porque no ha tenido la suerte de nacer en sus mismas condiciones, lo miran como un bicho raro y murmuran, queremos pensar con la inocencia de niños, entre ellos; cosa de la que se da cuenta porque, no entenderá nada pero eso sí..es más listo que el hambre. Y resulta que es agresivo con sus compañeros de colegio y les pega en clase y en el patio y las mamás de los otros niños ya se han quejado a Dirección, así o que lo más probable es que el año que viene lo tengas que cambiar de centro, que ya se sabe que hoy en día lo de encontrar colegio es muy fácil…Y todo esto mientras la criatura y tú, o vosotros, según el caso, os adaptais los unos a los otros, cosa no tan fácil porque aparte le unimos la dificultad del idioma.,Sofía me vuelve a llamar llorando, ésta vez por otra causa, no puede más,”mira a ver si tu puedes hacer algo”, pero cuando llego y el niño se ha calmado y está sentado en el sofá, la sonrisa de Sofía es tal mientras me enseña unas zapatillas de deporte que le acaba de comprar a su hijo que me cuesta creer que fue ella la que me llamó hace un rato tan angustiada y tan impotente.
Y Sofía es cualquier mujer que , sola o en pareja, decide ser madre y a la que a vida, por las razones que sean, no se lo pone fácil.
Y la vida tiene muchas caras y muchas lecturas, y en un mismo entorno pueden darse muchas situaciones. Mientras a ti te horroriza que te pinchen con una aguja para sacarte sangre y casi te tienen que llevar atada a la extracción hay gente que hace de la consulta médica su segunda casa. Cuando pasas largas temporadas en un hospital porque tienes a un familiar enfermo, y estás demacrada y con unas ojeras hasta el suelo de cansancio y de preocupación, los domingos soleados te cruzas con papás , abuelos y niños pequeños que se meten en el ascensor con una enorme ilusión y nerviosos porque van a conocer al nuevo hermanito. Y a tí te entran ganas de llorar, pero la vida es así, unos llegan y otros se van. Mientras despides a tu padre en el tanatorio dos amigos que han venido a acompañarte ultiman detalles de su fiesta de cumpleaños delante de ti, cosa que tu agradeces porque en esos momentos no tienes ganas de hablar de nada y lo que tengas que oir de fondo por lo menos que sea algo ligerito. Y así es, la tierra no gira del mismo modo para todos y las hojas del calendario no se caen de la misma manera para unos y otros. Y tú tienes que llevar tu ritmo, y hoy estás arriba, mañana abajo y otro día en medio…..pero cuando leo que en Francia un hombre mató a su hijo de 3 años porque lo metió en el tambor de la lavadora y apretó el botón (parece ser que lo castigaba así pero ése día le dió al botón de puesta en marcha, la noticia añade “era un hijo no deseado”) no dejo de pensar en tantas y tantas Sofías a las que se les romperá el corazón y pensarán que la vida es una mierda al conocer esta noticia.
Pd: mi pequeño homenaje, desde este blog , a todas las mujeres que solas o en pareja deciden adoptar un hijo.
